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diario gestión, 22 de noviembre del 2019

La economía y la inteligencia artificial

Publicado: 2019-11-22

Profesor Joel Mokyr: “Creo que el ritmo de innovación se está haciendo cada vez más rápido” Profesor Robert Gordon: “¿Dónde está la evidencia? “No existe”. 

Los profesores Mokyr y Gordon, ambos de la Northwestern University, son dos de las más autorizadas voces en cuanto al papel de la tecnología como impulsor del crecimiento económico en el siglo XXI. El primero es un “tecno entusiasta”, convencido que las tecnologías de la 4ta Revolución Industrial —la automatización, la impresión 3-D, la computación en la nube y la inteligencia artificial— son el anticipo de una nueva era de alta productividad y rápido crecimiento.

Mientras tanto, el profesor Gordon es lo que podríamos llamar un “tecno escéptico”. Según él, el futuro en materia de crecimiento económico es más bien sombrío. La invención de la Internet no se compara —según él— a la invención de la bombilla eléctrica, los sistemas de sanidad urbana, el ferrocarril o la industria farmacéutica en cuanto a su efecto sobre la productividad, el crecimiento económico y el bienestar. La posición del profesor Mokyr constituye el “conventional wisdom”. La del profesor Gordon constituye más bien la heterodoxia.

¿Y qué dice la evidencia? Pues no mucho, que este mundo en materia económica se rige —según el The Economist— por extrañas nuevas reglas. Ciertamente el boom de las nuevas tecnologías ha coincidido con un periodo de relativa ralentización del crecimiento, incluido países de rápida y masiva industrialización reciente como China e India. Tal pareciera, como burlonamente señala el profesor Gordon que la Internet (como medida resumen de las nuevas tecnologías) solo sirve para proporcionarnos mayores fuentes de entretenimiento. Los tecno optimistas responden que el problema está en los datos que usamos, en las benditas estadísticas, incapaces de capturar el progreso alcanzado gracias a las nuevas tecnologías. Quizá por ello Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, consultado sobre la controversia responde con un: “Definitivamente tal vez”.

Los he traído hasta aquí no solo para que sean testigos de la actual controversia en torno al futuro de la economía del siglo XXI, sino para que tomen, con la necesaria dosis de escepticismo, las expectativas que comienzan a figurarse en torno al potencial de la inteligencia artificial (IA).

Según un estudio dado a conocer esta semana por la consultora DuckerFrontier y Microsoft Latam, la adopción plena de la IA podría dar un impulso extraordinario al crecimiento económico en la región de aquí al 2030. En el caso de Brasil, cuadruplicar la tasa de crecimiento de la productividad y conducir la economía brasileña por un sendero de crecimiento alto y sostenido a tasas anuales de 7.1%. Lo mismo para Chile, México, Colombia, Argentina, Puerto Rico y Costa Rica, aunque el grado de impulso al crecimiento de la productividad y el PBI varía según sea su capacidad actual de adopción de la inteligencia artificial.

En el caso del Perú, el estudio señala que la IA podría añadirle hasta 43 mil millones de dólares al PBI de aquí al 2030. En este escenario de máxima adopción de la IA, el empleo en lugar de disminuir al reemplazar empleos de carácter repetitivo y de alta predictibilidad, aumentaría hasta en un 53 por ciento. Claro, siempre y cuando mejoremos la calidad de la educación, el capital humano, invirtamos considerablemente más — tanto desde el sector público como del privado— en investigación y desarrollo (I +D), y desarrollemos un “ecosistema nacional de investigación”, pilar fundamental de una economía innovadora. Puede que los tecno escépticos tengan razón y las promesas de la 4ta Revolución Industrial sean solo eso: promesas. Pero si triunfa la visión tecno entusiasta y no hemos hecho la tarea, entonces la brecha que nos separa del desarrollo será imposible de cerrar.


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Economía Imperfecta

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