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diario gestión, 07 de junio del 2019

Hay que decirle “adiós” al piloto automático

“Necesitamos un MEF que no se agote en los temas de gestión de corto plazo”.

Publicado: 2019-06-07

Entre el 2001 y el 2010, la economía peruana creció a una tasa anual promedio de 5.6%, lo que llevó a muchos despistados a hablar del “milagro económico peruano”. El 2011, se hizo incluso más prevalente esta percepción, a medida que los motores del crecimiento rugían a una tasa del 6.5%. Cuando los rumores del milagro amenazaban con convertirse en religión, en el 2012, nos llegó una primera clarinada de alerta: el entonces ministro de Energía y Recursos Naturales de Australia, Martin Ferguson, declaró “el fin del superciclo de los metales”.

En efecto, por razones harto conocidas —i) el surgimiento de China como gran potencia y “fabrica” del mundo, ii) su decisión de “construir” a la velocidad del rayo “reservas estratégicas” de todo tipo, incluidos minerales, energía, y otros recursos naturales, y iii) el pedaleo financiero de los grandes fondos que, estallando en liquidez, “apostaron” al alza continua de los precios de los “commodities”—, a partir del 2002 fue posible observar una continua mejora en los “términos de intercambio”, mejora que a partir del 2004 comenzó a escaparse de los confines establecidos por anteriores episodios alcistas.

Así, los años 2004-2012 fueron sencillamente extraordinarios. Bastaba con poner la nave en “piloto automático”, controlando el gasto y en general gestionando la macroeconomía con la razonabilidad exhibida durante las últimas tres décadas. El 2013, la fiesta inició una ruta de corrección “a la baja” que aún no ha terminado. La consecuencia inmediata ha sido la desaceleración de la economía: 5.8% en 2013, 2.4% en 2014, 3.3% en 2015 y en lo que va del actual gobierno PPK-Vizcarra: 4% en 2016, 2.5% en 2017 y 4% el año pasado. 

Desde una perspectiva comparativa,  se podría decir que el piloto automático ha funcionado. Hemos tenido una performance económica muy superior al promedio latinoamericano, excepto tal vez Bolivia, que desde el 2013 registra tasas de crecimiento del PBI ligera, pero consistentemente mejores que el Perú. En el periodo  2001-2010, Bolivia creció a un ritmo promedio anual de 3.8%. En el 2013, sin embargo, alcanzó una tasa de expansión de 6.8%, y desde entonces la tasa de crecimiento “se ha suavizado”: 5.5% en 2014, 4.9% en 2015, 4.3% en 2016, 4.2% en 2017 y 4.3% el año pasado. La diferencia es que en Bolivia no hay “piloto automático” y sí un piloto muy humano.  

No quiero decir, ni por  asomo, que debamos seguir “el modelo boliviano”. Cada país tiene características propias que exigen, por tanto, un diseño de política económica también propio. Pero sí me parece necesario reconocer que el “piloto automático” en el Perú está agotado. Se quedó sin baterías. Se necesita volver al piloto humano, a un Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) con convicción, decisión, hábil en la comunicación y con solvencia en la ejecución. Un equipo económico con gran sentido de urgencia, que se sitúe a años luz de la frialdad —real o aparente— con la que se acepta la pobreza, sea esta rural o urbana, el desempleo, o peor aún, la creciente y asfixiante informalidad. 

Un MEF que exija, sí, que los  presupuestos de las entidades públicas se ejecuten con criterios de efectividad y calidad, pero que sea capaz de exhibir la necesaria flexibilidad para acometer esfuerzos adicionales cuando la ciudadanía lo reclame, en materia de emergencias como la anemia infantil, el embarazo adolescente, el maltrato a la mujer, la reconstrucción del norte o la lucha contra la corrupción. Un ministerio que no se agote en los temas de gestión del corto plazo, sino que en simultáneo impulse aquellos temas que son considerados como factores intermedios en la búsqueda del desarrollo, como la educación, la salud y la infraestructura, y que esté mucho más sintonizado con los retos y posibilidades del futuro. Es decir, un MEF con corazón humano.


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Economía Imperfecta

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