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diario GESTIÓN, 10 de mayo del 2019

La poco ambiciosa agenda del Bicentenario

“Estos 200 primeros años han sido difíciles. Pero los próximos 200 podrían ser extraordinarios”.

Publicado: 2019-05-10

En el 2021, los Emiratos Árabes Unidos celebrarán el 50 aniversario de su independencia del dominio británico lanzando una sonda espacial al planeta rojo, Marte. Ese mismo año, nosotros celebraremos 200 años de vida republicana, supuestamente cumpliendo a pie juntillas los cuatro ejes que conforman la Agenda de Conmemoración del Bicentenario anunciada por el presidente Martín Vizcarra, el 10 de noviembre del año pasado, y que, estoy seguro, el 99.99% de los peruanos desconoce. 

Y mejor que sea así. Es decir que la Agenda permanezca en calidad de “desconocida”, oscurecida por un Gobierno que ha renunciado a la búsqueda de la excelencia y a trazar un derrotero claro de progreso económico y social más allá de una cada vez más confusa lucha “frontal” contra la corrupción.

La Agenda de Conmemoración del Bicentenario dada a conocer por el presidente Vizcarra ha sido llamada “el gran plan de acciones descentralizadas, participativas e inclusivas que tienen como objetivo posicionar, tanto a nivel nacional como internacional, la conmemoración de la independencia y el nacimiento de la República del Perú”. Sin embargo, como se desprende de una rápida o lenta mirada, la Agenda y sus cuatro ejes no son sino una larga lista de lavandería de eventos inocuos, concursos, festivales, exposiciones, y obras de carácter material que constituyen parte normal del quehacer del Gobierno nacional.

Construir y rehabilitar carreteras, hospitales, puertos, aeropuertos, fomentar el uso de energías renovables, ampliar y mejorar centros de salud, mejorar el servicio de control de disturbios a nivel nacional, mejorar la gestión de residuos sólidos a escala nacional, la ampliación de la Línea 1 del Metro de Lima, Línea 2 del Metro de Lima, la segunda pista del Aeropuerto Jorge Chávez del Callao, participar como país invitado a sendos eventos etcétera, etcétera, etcétera, todo esto constituye parte normal de la acción de gobernar. Es decir, todo aquello que se haría independientemente de si cumpliésemos o no 200 años de vida republicana.

Cien años atrás, la película fue muy distinta. El Centenario de la Independencia coincidió con un esfuerzo decidido por mostrar al Perú como un país moderno (para los tiempos) en la mira del mundo. Con una ciudad de Lima embellecida gracias a la recién inaugurada avenida Leguía (hoy avenida Arequipa) y la profusión de obsequios de carácter arquitectónico, como el reloj del Parque Universitario (colonia alemana), el Museo de Arte Italiano (colonia italiana) o el monumento a Manco Cápac (colonia japonesa).

Por eso, urge repensar la Agenda. Imbuirla de un nuevo misticismo. Hacerla atrevida, ambiciosa, pero lo suficiente para dejar por sentado que en el 2021 los peruanos entendimos que vivimos un tiempo realmente histórico, el inicio de una nueva era, en medio de la Cuarta Revolución Industrial. Plantearnos, por ejemplo, la creación—mediante un esquema de asociación público-privada—de la primera Universidad Abierta del Perú, con el uso de las mejores metodologías y medios audiovisuales disponibles, con la participación de las luminarias peruanas en investigación y desarrollo que se encuentran diseminadas por diversas universidades del mundo. O animar a que cada región del país adopte un país hermano, del cual aprender. Cajamarca hermanada a Holanda para desarrollar su industria lechera. Huancavelica hermanada a Finlandia para mejorar sus niveles de educación. El cielo es el límite. Pensemos en grande. Estos 200 primeros años han sido difíciles. Pero los próximos 200 podrían ser extraordinarios.


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Economía Imperfecta

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