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diario gestión, 3 de agosto del 2018

Economía mundial: Happy Times…por ahora

El alto ritmo de crecimiento económico norteamericano no logra aún despertar el entusiasmo ciudadano, preocupado por el fragor de la guerra verbal, de gestos y tuits del presidente Donald Trump.

Carlos Anderson

Publicado: 2018-08-02


La economía mundial está boyante. Por primera vez en muchísimo tiempo, todos —repito, todos— los 42 países listados por la revista The Economist en sus páginas de Indicadores Económicos y Financieros, incluido el Perú, muestran tasas positivas de crecimiento industrial y económico.

Un punto notable es el de la economía de los Estados Unidos. El desempleo ha caído a su más bajo nivel en más de medio siglo, apenas 4%, como contrapartida a una robusta expansión del sector industrial y a una rápida expansión del consumo y la inversión. ¿El resultado? Crecimiento del PBI a una tasa esperada de 2.8% en el 2018. Todo un triunfo para una economía madura cuya tasa de crecimiento potencial de largo plazo es de 2.2%. Aunque pueda parecer extraño, el alto ritmo de crecimiento económico norteamericano no logra aún despertar el entusiasmo ciudadano, preocupado por el fragor de la guerra verbal, de gestos y tuits del presidente Donald Trump contra todo aquel que se atreva a pensar diferente de su política de “primero los Estados Unidos” (“America First”).

El otro motor de la economía mundial —China— continúa marcando el paso a un ritmo “moderado” de 6.6%, exactamente como lo tenía prefigurado en sus múltiples planes plurianuales. Sin inflación notable —alrededor del 2% — y con una tasa global de desempleo menor incluso a la de los Estados Unidos, 3.8%, la economía china continúa su largo proceso de transformación para dejar de ser percibida como una “economía emergente”, como se le clasifica hoy por su nivel de ingresos per cápita, similar al peruano, para comenzar a ser vista como la gran potencia económica y tecnológica del siglo XXI. Sin duda, todo un portento de planificación económica capitalista, aunque planificación económica capitalista constituya en sí mismo un oxímoron elevado a la enésima potencia.

Mientras tanto, la economía japonesa vuelve a crecer en un marco de inflación positiva. Claro que 1.1% de crecimiento esperado del PBI puede parecernos excesivamente poco, hasta que tomamos en cuenta que el crecimiento negativo de la población implica que incluso ese 1.1% de crecimiento del PBI implica un aumento importante del ingreso per cápita, luego de dos décadas de deterioro de los estándares de vida del japonés promedio.

La Europa Comunitaria crece a una tasa promedio ponderada de 2.1%, según datos del último trimestre, con lo que se afianza la posibilidad de tener un crecimiento del 2.2% del PBI este 2018, con una inflación de 1.6%, en promedio, y una tasa de desempleo firmemente por debajo del 10%. Todo un triunfo si consideramos el caótico estado de la política en países como España o Italia, y la lucha por el liderazgo político en Alemania y Francia. La mayor democracia del mundo —India—crece casi a dos dígitos. Este año, el PBI indio se expandirá 7.3%, según The Economist. Filipinas, Tailandia, Malasia, Indonesia, Pakistán, Polonia, Turquía, Israel y Egipto, todos crecen a tasas de entre 4% y 7%, mientras que América Latina crece a ritmo de “balada lenta”, con Chile y Perú como líderes (ambos con un 3.7% de crecimiento esperado del PBI en el 2018). En conjunto, todos estos países reseñados constituyen una proxy bastante acertada de la economía mundial.

Ciertamente, los tambores de la guerra comercial desatada por Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, constituyen una amenaza real y presente. La imposición unilateral de aranceles conduce casi inexorablemente a la imposición de aranceles de la parte afectada como acto —muchas veces apenas simbólico— de represalia. Del enfrentamiento comercial, pocos salen beneficiados. Otro factor disruptivo es la recanalización de flujos de inversión del resto del mundo hacia los Estados Unidos, atraídos por la generosa reforma para la repatriación de capitales impulsada por el presidente Trump.

Con o sin entusiasmo ciudadano norteamericano, con o sin admiración, cariño o respeto en el resto del mundo, no cabe duda que —por ahora— el presidente Trump bien puede decir “que va ganando” el partido.


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Economía Imperfecta

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