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diario gestión, noviembre del 2016

La política económica del Sr. Donald Trump

"La suma de importaciones y exportaciones constituye el 30% del PBI estadounidense"

Carlos Anderson

Publicado: 2016-11-11

Lo poco o mucho que ha dejado entrever el Sr. Trump en materia económica ha sido de naturaleza poco convencional, contradictoria e incompleta. Comencemos con su gran idea: Castigar a México y la China por ser los causantes del “deterioro económico” de la gran nación americana. El Sr. Trump propone -en el caso de México- cerrar la frontera con “una hermosa muralla” y renegociar el Tratado de Libre Comercio (Nafta) en vigor desde 1994. Y en el caso de China, denunciarla como nación manipuladora del tipo de cambio e imponer aranceles de 45%.

Con estas medidas, el Sr. Trump busca que vuelvan las industrias a los estados del Rust Belt que le acaban de dar la victoria en Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Ohio e Indiana. Olvida, sin embargo, tres cosas: una, que China y México se han convertido en sus dos principales socios comerciales “de ida y vuelta” . Es decir, los Estados Unidos no solo les compran bienes y servicios a China y México sino también se los venden. Dos, que los Estados Unidos se han convertido en una economía de libre comercio, donde la suma de importaciones y exportaciones constituye el 30% del PBI. Y tres, que ni los tratados son tan fácilmente renunciables ni el establishment Republicano -históricamente pro libre comercio- necesariamente accederá tan fácilmente a los deseos del presidente Trump.

En medio de los insultos y gritos destemplados de campaña, el Sr. Trump logró colocar dos ideas fuerza: una, la necesidad de invertir de manera masiva en infraestructura -a ser financiada sobre todo con deuda pública- y, dos, el poder liberador de su propuesta para llevar a cabo la más amplia reducción de impuestos personales y corporativos de la historia de los Estados Unidos. En particular, el Sr. Trump fue muy hábil para enfatizar que la rebaja de impuestos beneficiaría sobre todo a quienes ganen de manera individual menos de US$ 25,000 al año o a las familias con ingresos menores a US$ 50,000, las cuales simplemente no pagarán impuestos.

De esta manera, el presidenteTrump buscaría impulsar la inversión y el consumo y revertir la caída relativa en los niveles de bienestar de la clase trabajadora, la cual -a pesar de las promesas- no se ha beneficiado de la globalización. Aquí, dos datos que nos pueden ayudar a entender mejor la situación. Entre 1973 y el 2014 la productividad aumentó en 72.2%, mientras que los salarios solo aumentaron en 9.2%. De igual manera, según cifras del Economic Policy Institute, de todo el crecimiento ocurrido en los Estados Unidos desde 1970 hasta la fecha, tan solo el 15% ha ido a parar en manos de los trabajadores. El 85% restante, ya saben a donde: a las grandes corporaciones.

Veamos ahora la infraestructura. Según la American Society of Civil Engineers, los Estados Unidos necesitan invertir tres billones seiscientos treinta mil millones de dólares (esto es, una cifra similar al PBI del Perú multiplicada por 18) con el fin de llevar sus aeropuertos, puertos, carreteras e infraestructura eléctrica al siglo XXI. El presidente Trump sin duda habrá de impulsar esta “gran idea” con la misma fuerza de convicción con la que ha arrasado en la campaña electoral, sin detenerse a contemplar que el ratio de deuda/PBI norteamericano está por encima del 110% y que su masiva reducción de impuestos ha de tener un tremendo impacto fiscal.

Ideas parciales, inconexas, y hasta contradictorias que hacen que crezca el riesgo de que al impulso de crecimiento de corto plazo por la reducción de impuestos e inversión en infraestructura, le siga una mezcla perversa de mayor inflación, mayor déficit fiscal, mayor deuda pública y finalmente una tasa de crecimiento alejada del 5% al 6% prometido por el hoy presidente electo Donald Trump. A menos que el Sr. Trump nos vuelva a sorprender.


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Economía Imperfecta

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