Después de la tormenta, llega la calma, y con ella se abre paso el optimismo. Tal es el previsible ciclo del traspaso de uno a otro gobierno que ojalá -con el paso del tiempo- se convierta en cara y sello de una larga tradición democrática.

Sorprendentemente -o quizás no  tanto-, los procesos paralelos de transferencia gubernamental entre la administración humalista y los diversos equipos de PPK se vienen dando con gran armonía y sin contratiempos. Ayuda que en los equipos de transferencia de PPK haya funcionarios públicos de carrera y profesionales del sector privado con alguna experiencia de servicio al Estado que aseguren una transferencia expeditiva, aunque políticamente se pretenda presentar esto como prueba irrefutable de “continuidad” de la administración del presidente Ollanta Humala. Nada más alejado de la realidad: ni en forma ni en fondo.

En cuanto a las formas, lejos están  el presidente electo, su esposa o sus allegados de manifestar los sentimientos de euforia, arrogancia, improvisación, y acomodos y reacomodos que caracterizaron los primeros meses de la administración nacionalista. Y lejos está el país de recibir a Pedro Pablo Kuczynski y a su señora esposa con el mismo nivel de ingenuo optimismo (post la firma de la Hoja de Ruta y la confirmación de que la macroeconomía sería manejada, como lo ha sido, de forma ortodoxa) con que recibimos a los Humala-Heredia.

Políticamente, el Perú está partido.  Pero los peruanos nos encontramos y desencontramos en política con la misma pasión con la que nos odiamos y amamos los hinchas de Universitario de Deportes, Alianza Lima (el equipo de mis amores) o Deportivo Municipal. De allí que, lentamente, pasada la euforia del partido, las aguas se hayan ido calmando y comiencen a retumbar algunos tambores que implican algún nivel inicial de consenso y la promesa de una bancada mayoritaria asertiva y fiscalizadora, pero no necesariamente obstruccionista y destructiva.

Así, en cuanto a los temas de fondo,  el análisis fino del reciente estudio del Grupo de Análisis Político 50 + 1 y ESAN Business School así lo demuestra: Peruanos Por el Kambio y Fuerza Popular coinciden en que el Estado debe reducir la desigualdad, en la necesidad de flexibilizar la legislación laboral, y conceptualmente en que las privatizaciones han sido beneficiosas. Discrepan, eso sí, profundamente, en la necesidad de reducir impuestos. Incluso sus coincidencias tienen matices que requerirán ser tratados con un alto grado de madurez política (“Real Politik”). Las discrepancias en estos temas con el Frente Amplio sí son sustantivas, pero así votó colectivamente el Perú y ese voto deberá ser respetado con rigurosidad.

Existe además una sensación de que  el nuevo Congreso reúne a gente de mayor y mejor preparación política, en todas las bancadas. Son, en su mayoría, políticos que discrepan pero que pueden conversar y llegar a consensos.

Los mercados (alza de la bolsa,  tranquilidad del tipo de cambio), empresarios e inversionistas (renovados anuncios de inversiones y mejora de los índices que miden el sentimiento empresarial), así como la renovada confianza de los consumidores en el futuro desempeño de la economía peruana apuntan a que esta vez el optimismo tiene bases más seguras.

Los cien primeros días serán claves  para renovar el dinamismo de la economía a niveles más ambiciosos, con el acompañamiento de una economía internacional que si bien se muestra, como siempre, inquieta y desdeñosa, ha comenzado a dar señales de una recuperación o un estilo de recuperación que aliente el crecimiento superior de nuestra economía: bajas tasas de interés, inflación casi cero, búsqueda de mejores retornos en mercados emergentes y una cierta recuperación de los precios de materias primas claves como el cobre y el oro. Si esta tendencia se consolida y se fortalece la gobernabilidad, el Perú podrá seguir avanzando con paso firme a la modernidad, para el bien de todos los peruanos.