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Chelanomics

La economía vista a través de una botella de cerveza

Publicado: 2015-06-24


La economía no es la mas entretenida de las ciencias. Uno de sus problemas principales tiene que ver con el lenguaje técnico y sus excesos. Otro de sus problemas es el excesivo interés en la macro-economía (PBI, inflación, desempleo, déficits y superávits en la cuenta corriente, etc.), a pesar de constituir ésta—justamente--el aspecto mas débil de su armazón teórica. Los temas micro (las decisiones personales o familiares relacionadas con el consumo, el ahorro y a inversión, entre otros) usualmente brillan por su ausencia en la prensa especializada, mientras que los temas macro constituyen el pan nuestro de cada día. Se ignoran así los avances de la neurociencia y de la economía del comportamiento para explicar hechos y decisiones de carácter económico que de otro modo seguirían envueltas en un velo de misterio. Urge impulsar un cambio.

Pero, ¿Cómo impulsar el cambio? ¿Cómo generar un adecuado nivel de interés en los temas económicos--en particular, los temas relacionados con las decisiones de consumo, ahorro e inversión entre los mas jóvenes? Una reciente encuesta muestra que, a pesar de todas las señales externas de modernidad del sistema financiero peruano, una inmensa mayoría no ahorra en el sistema formal, acudiendo en su lugar a formas alternativas de ahorro, como los panderos, las juntas y el bendito colchón familiar. De igual manera, la misma encuesta—publicada en Gestión dos semanas atrás—muestra que los pocos que ahorran pertenecen a los niveles socio-económicos mas altos. Pero no se piense que esto está únicamente relacionado con la capacidad de ahorrar. Como en el caso del consumo, los integrantes de esa gran masa de personas que constituyen la clase media emergente si que están en condiciones de ahorrar e invertir. Les falta saber cómo. Pero para esto, deben primero internalizar una serie de conceptos básicos como son el costo de oportunidad, la inflación y el poder de compra, valor presente y futuro, y los misterios de las tasas de interés real, nominal, simple y compuesta.

En una serie de charlas que vengo dando a jóvenes universitarios de Lima, he encontrado una forma de hacerme entender: acudo a la “chela”, el simpático apelativo peruano de la cerveza, en lo que he decidido llamar: Chelanomics, o la economía de la chela. Así, preguntado cuanto puede ahorrar un taxista limeño, mi respuesta es: una chela al día, o unas seis chelas a la semana. ¿Y en que consiste el costo de oportunidad? Pues por tomarse una chela marca X, deja de tomar una chela marca Y, su segunda mejor opción. Si uno tiene cien soles, y cada chela cuesta 4 nuevos soles, ¿cuántas chelas podemos comprar? Ah, 25. Ese es el poder de compra hoy de esos 100 nuevos soles. ¿Qué pasa si—pasado un año—el precio de la chela sube a 5 soles? ¿Qué pasa con el poder de compra de esos cien nuevos soles? Respuesta: Es menor, claro, porque ahora solo puedo comprar 20 chelas y no 25. Ese es el bendito efecto de la inflación.

Pero, ¿si solo sube el precio de la chela, a eso se le llama inflación? Por supuesto que no: se requiere que se de el alza generalizada y sostenida de los precios de todos los bienes y servicios producidos en una determinada economía a lo largo de un determinado periodo de tiempo. No solo el precio de las chelas debe subir, sino también el del pollo a la brasa, la entrada al estadio, la pensión universitaria, la combi, etc. ¿Y si en lugar de comprar las chelas, ahorramos el equivalente en soles? ¿Qué hacemos? ¿Los guardamos bajo el colchón?

La chelanomics nos ofrece un universo casi infinito de posibilidades para entender y graficar los principios básicos de la economía y las finanzas. Gracias mil, queridos alumnos.


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Economía Imperfecta

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