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Conga: el oro o el agua

Publicado: 2011-12-16

Imagino que para la inmensa mayoría de lectores de Gestión, el aparente rechazo de la población cajamarquina a uno de los proyectos mineros más importantes de la historia peruana responde a una de las siguientes explicaciones: 1) los cajamarquinos no están siendo muy racionales desde un punto de vista económico; 2) la población cajamarquina está siendo manipulada/desinformada por ONG y políticos con motivos ulteriores y alejados del bienestar de la región; 3) los cajamarquinos están actuando en defensa de sus legítimos derechos e intereses. No hay más. O tal vez se trata de responder con hechos a la pregunta planteada al pueblo cajamarquino por el mismísimo presidente Humala en sus días de candidato: oro o agua. Ahora sí, no hay más, como tampoco hay una sola respuesta correcta.

¿Cuáles son los legítimos derechos e intereses del pueblo cajamarquino? Pues, el derecho a la vida, al desarrollo económico, a la paz y a la felicidad. Desafortunadamente, la minería -actividad económica primordial y casi excluyente de la región- no le ha traído al pueblo cajamarquino ni felicidad ni desarrollo económico. Por demasiado tiempo, las empresas mineras se han comportado como verdaderos enclaves económicos, dejando en la región lo poco o lo mucho que aportan al fisco, pero nada más.

En cualquier otra parte del mundo, la existencia y explotación moderna de un recurso mineral o energético en una determinada región contribuye de manera tangible a su progreso económico mediante la generación de empleos, inversión conexa y la transferencia de tecnología y modernos métodos de gestión desde el sector en cuestión al resto de la actividad económica. En el Perú esto no sucede. Por el contrario, la relación pareciera ser inversa: las regiones depositarias de los recursos mineros o energéticos compiten casi todas ellas al fondo de la tabla del Índice de Desarrollo Económico elaborado por el PNUD. Cajamarca no es la excepción.

Ciertamente, la paralización del proyecto Conga en Cajamarca y su posible "efecto de demostración" sobre similares proyectos de inversión en otras partes del país conlleva un importante detrimento a la economía del país como un todo, y desde esta perspectiva pareciera que los cajamarquinos estuvieran actuando con un grado supremo de irracionalidad económica. Pero, wait a minute! Uno de los aspectos claves de la racionalidad económica es la correcta evaluación de los pros y los contras, de los costos y beneficios. Y en este punto los cajamarquinos merecen por lo menos el beneficio de la duda. Sus atingencias a la necesidad de contar con estudios de viabilidad ambiental que generen credibilidad y aceptación en la población son válidas y el Estado y los inversionistas tienen la obligación de responder con respeto, paciencia y buen humor.

Pero la moneda tiene dos caras y las buenas maneras exigen también un comportamiento maduro y responsable por parte de las autoridades regionales y de todos aquellos grupos de influencia (como las ONG medioambientalistas) que sin dogmas ni consignas cuestionen la viabilidad y razonabilidad del proyecto en su forma actual. Como decimos en criollo, respetos guardan respetos. Desafortunadamente, ciertos grupos de interés han preferido poner por delante sus prioridades políticas e ideológicas fomentando la desinformación y "la movilización" con el fin de impedir la realización del proyecto independientemente de su contribución efectiva al desarrollo de la región Cajamarca. En este esfuerzo, los grupos de intereses anti-mineros se han visto alentados por la posición un tanto contradictoria de un candidato que declara que la disyuntiva cajamarquina consiste en elegir entre el oro o el agua y un presidente que afirma sin ambages ni meas culpas que "Conga va de todas maneras". Es decir, ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario.

El pueblo cajamarquino no está actuando de forma irracional. Ciertos grupos se aprovecharon de las contradicciones al interior del Gobierno (entre el anterior Gabinete). Y la empresa no debió actuar a las apuradas ni declarar con arrogancia su voluntad de llevarse la inversión a otra parte. Todo se resuelve con la Santa Paciencia.

Publicado en Gestión 16.12.11


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Economía Imperfecta

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