¿Reconstrucción sin cambios?
La discusión acerca de la “Reconstrucción con Cambios” de las zonas afectadas por El Niño costero tiene múltiples vertientes. La primera de ellas -la más destacada- es su posible efecto sobre el crecimiento del producto bruto interno (PBI) este año, pero sobre todo el año próximo. Se espera que los 25,000 millones de soles asignados a la reconstrucción tengan un efecto multiplicador desde una perspectiva de gasto e inversión pública y de impulso a la inversión privada.
Con un poco de suerte, la Reconstrucción con Cambios podría también tener un impacto positivo sobre la productividad de largo plazo y, por ende, sobre el PBI potencial. La suerte, sin embargo, no debería jugar un papel importante. Mejor es recurrir al planeamiento urbano moderno, aquel que desde una perspectiva de planeamiento estratégico con visión de futuro pone el énfasis en la creación de ciudades inteligentes.
En este sentido, hagamos la siguiente reflexión: 25 años de crecimiento económico y en el país no ha surgido una sola ciudad moderna, con infraestructura de transporte del siglo XXI. Ni una sola ciudad que haya logrado armonizar una cierta belleza arquitectónica con altos niveles de cobertura y calidad de servicios básicos, como son el agua, el saneamiento y la electricidad. Por el contrario, el crecimiento económico de estos últimos 25 años ha estado más bien aparejado con la reproducción en el interior del país de los aspectos más feos y caóticos de la ciudad de Lima. Desde el ruido y desorden de las mototaxis a edificaciones estrambóticas y a medio terminar, muchas de ellas localizadas en sitios imposibles y peligrosos.
De allí que la “Reconstrucción con Cambios” ofrezca mas bien la oportunidad no de “reconstruir” lo que fue mal construido o que nunca debió haber sido construido, sino de “construir” ciudades que con inteligencia y un adecuado uso de la tecnología aseguren la provisión de servicios básicos de calidad y conformen un ambiente atractivo para los negocios (transporte, seguridad, capital humano e infraestructura digital) con el fin último de elevar la productividad y el crecimiento económico de largo plazo. ¿Cómo lograrlo?
Primero, convirtiendo o “conceptualizando” los 25,000 millones de soles asignados a la “Reconstrucción con Cambios” como una especie de “capital semilla” para atraer y complementar el dinero público (estatal) con inversión privada nacional (APP) y con inversión directa extranjera. 25,000 millones de soles pueden parecer mucho dinero, pero son apenas poco más que una gota de agua en el lago profundo de las necesidades del norte del país y de las zonas afectadas en Lima.
Segundo, elaborando un Plan de Reconstrucción con sentido estratégico y visión de futuro -es decir, con criterios claros de priorización con la ayuda/cooperación técnica de quienes tienen amplia experiencia en la creación de ciudades inteligentes (Singapur, Corea del Sur).
Tercero, empoderando a las autoridades locales (gobiernos regionales y municipales) para la ejecución de los proyectos de infraestructura, pero sin dejarles total y libre albedrío. Se requiere aquí de un fuerte liderazgo, pero sobre todo de grandes habilidades para la coordinación, la decisión consensuada y el trabajo en equipo.
Cuarto, trabajando con ahínco y sentido de urgencia en los temas de ordenamiento y gobernanza territorial, sobre todo en lo relacionado con el manejo y uso de terrenos del Estado. Quinto, dejando en claro los “estándares” de calidad -identificables y de categoría internacionala fin de que rápidamente pasen a convertirse en la marca distintiva de la Reconstrucción con Cambios.
Finalmente, cuidando evitar la creación de incentivos perversos (tales como subastas inversas e interminables adendas) y poniendo en marcha desde el principio claros mecanismos de control y acompañamiento para una adecuada rendición de cuentas. Seis ideas fuerza que deberían por lo menos informar -si no guiar- la vasta tarea de repotenciar el norte peruano. De lo contrario, estaremos hablando de una Reconstrucción sin Cambios.